Mascarada


Cierra los ojos, quítate la cara,
porque esas facciones duras y vibrantes
que palpas cuando las tocas con los dedos
no son las de tu rostro, sino las de otro.
Otro lienzo cuando lloras, cuando sonríes,
otro animal, pero nunca las de un hombre
que desobedece la ley de hombres otros,
que sigue a pasos lentos el camino de cemento,
que baja la mirada y tiene el control.
Abre los ojos, pero no te reflejes en el agua,
pierde tu vista en el crepúsculo de miradas,
de ceños fruncidos, de ojos tan abiertos
que ni a tientas ni a la luz podrían ver
la ausencia de movimientos, el hielo
de las expresiones de sus máscaras.