A veces aún...


Escapo de las garras de un sonido,
me imbuyo en los susurros de cierta textura.
De aquellos paisajes no saco nada en claro,
es como si sólo pudiera ver las sombras
que se extienden por los rincones.
Y sigo corriendo, tratando de escapar,
pero en ningún lugar llego a perderme
como antes, porque una luna siniestra,
un sol desértico, me persiguen.
Los llevo bajo los párpados
y se clavan en todo lo que miro,
en el cielo, en la mar, en los rostros,
en el tuyo que llora sangres grises,
en el de ella que derrama oscuridades.
Me salpican a mí mismo cuando me reflejo
en un espejo, en las aguas, y siguen ahí
cuando rompo el cristal, cuando me lanzo
a sumergirme, pero es como si no me hundiera,
como si no fuera capaz de desaparecer.