Nana

Duérmete un momento a mi lado,
del otro lado, que quiero veros
los ojos abiertos hacia mí.

Y darte un beso en el oído
que lo escuche la carne
de mi carne.

Que tiemble el tímpano y revolotee
en el agua, y ría como yo cuando lloro
con el peso del océano.

Duérmete que quiero veros
las manos a punto de asirme,
persiguiendo el rastro fantasmal
de las mías.

Solo así puedo veros, dormidas,
mientras duermo, un pálpito amargo
en los ojos, el ansia dilatada
por la espera.

Duérmete, duérmete, duerme
tu cuerpo de niña y mujer
y deja que vea tu rostro sereno
otra vez.