Manual de Supervivencia.
Siempre
hay que fijarse primero en los dedos, en los dedos uno a uno. Es muy
importante empezar así porque cuando alejas un poco la vista y ves
la mano entera los dedos parecen más largos y delgados. Sobre todo
largos. Céntrate un poco y fíjate, porque si prestas atención
verás que no todos tocan igual, que tocan de más a menos pero que
luego vuelven a tocar otra vez porque tocan todos juntos. Cuando
estás segura de saber cómo son todos ellos puedes cerrar los ojos y
entonces la sensación cambia. Sigues viendo la mano pero de otra
forma, ahora es porque no tiene fin. Puedes sonreír, yo sonrío, me
gusta y me gustan sus manos. Entonces es cuando se elije seguir
subiendo o seguir bajando pero hay que moverse porque no se puede
detener. Deja que se moje, aunque sea un poco, y que se vuelva a
poner en el mismo lugar, ahora apretando de forma leve, primero, y
más fuerte después. Tiene que ser despacio, sobre todo despacio.
Deprisa podrás ir cuando tengas los ojos cerrados por completo.
Abre
la boca y respira lentamente porque puedes ahogarte. Cuando la mano
suba o baje puedes cerrarla pero cuando vayas a juntar los labios del
todo, para. Deja ese hueco abierto, respira y abre de nuevo la boca,
de golpe, seguro que es porque la mano se ha movido. Déjala que
corra, que se mueva, que te quiera, verás como entonces sí que no
puedes cerrar los labios.
Y
aguanta. Aguanta sin respirar, no podrás de todas formas. Puedes
gritar, a mi me gusta y me gustan sus manos. Ahora es cuando lo
notas, tienes que notar cómo se acerca y cómo es su mano quien lo
trae hasta ti. Desde abajo hacia arriba o de arriba hasta abajo.
Acelera. Pierde un poco la cabeza, sonríe y levanta el cuello. Si
piensas solo en cómo se mueve su mano entonces lo entenderás.
Acelera un poco más. Nota el calor o el frío, eso nunca se sabe,
pero nótalo. Y déjate llevar por la corriente hasta que todo se
inunde. Vas a moverte, muévete. Vas a bailar, baila. Vas a morderte,
muerde. Acelera más todavía. Vas a volver a gritar y la mano
seguirá, porque tampoco podrá evitarlo. Ella también se está
dejando llevar por la forma en que la miras desde dentro. Respira,
respira fuerte y por la boca. Jadea, vas a necesitarlo. Pero entonces
vuelve abrir los ojos y fíjate en los dedos, uno a uno. Verás que
es algo muy importante. Verás su mano, su mano larga y delgada. Y te
verás a ti en ella, en cada de uno de sus dedos y en cada uno de sus
más y sus menos. Yo aquí me río, ríete conmigo y entiende por qué
me encanta. Entiende por qué de tu boca sale hielo pero que te
quemas cuando la rozas. Entiende cómo es posible que no entiendas
nada, sin que eso importe demasiado.
Entiéndelo,
porque si entiendes todo eso, sabrás por qué adoro tus manos.
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