Sí, mi amor, me meto el dedo en la boca, me meto el dedo en
la boca después de haber tocado a tu perra, después de haber paseado por el
campo con ella, después de haber acariciado árboles que incluso había desechado
su olfato. He metido los dedos en el fango, he buscado escarabajos y luego me
las he metido en la boca, las manos, nunca los escarabajos.
Cariño, me he metido los dedos hasta la garganta, cariño, te
juro que me los he metido. Antes me había ido a nadar con las algas, y
manoseado algunos peces muertos en la orilla. Me sangraban las manos, tenía
heridas en las manos, cariño, me he cortado con las rocas y lo siento pero me
las he chupado.
He comido tierra, y reconozco que esto no ha sido
casualidad, tenía curiosidad por comprobar cómo sabe la madre, esperaba me
pasara algo de su sapiciencia pero no surgió, si acaso con la lluvia...el día
que llovió me chupé el pelo, las manos no absorben agua y como tenía sed salí a
empaparme y a chuparme el pelo de lluvia que había conseguido, sabía como mis
manos y una cosa llevó a la otra y acabé volviendo a ellas pero el pelo nunca
más se me olvidó chuparlo.
Intenté aquello de chuparme los codos pero me parecía
ridículo seguir luchando cuando tan a mano tenía las rodillas. Sí, mi amor,
empecé a chuparme las rodillas. Extrañamente a lo que pensamos están calientes,
también sentí que eran tremendamente firmes, como cuando te tumbas en el suelo
y tienes la certeza de que de ahí ya no te puedes caer. Metí la cabeza entre
las piernas y comencé a chuparmelas concienzudamente, en cierto sentido
consolándolas por su sobrecarga.
Reconozco que también llegó el día en que empecé a chuparme
los pies. Fue muy duro. Quería hacerlo pero la presión social ya sabes que es
muy fuerte en estos temas, enseguida te tildan de lo que tú ya sabes...pero
empecé a hacerlo de todas formas, a hacerlo bien. Me especialicé en chuparme entre el meñique y el anular.
Era el mayor reto dentro de la gama de dedos del pié y me pareció una buena
idea. Acabé siendo tan buena que quise mostrar mi agilidad y maestría en
público y la gente salía despavorida, se sentían muy incómodos y lo entiendo
pero eso no me quitaba mérito ni muchísimo menos placer. Ay...los tiempos en
que empezaba a chuparme los pies...dulces inicios, qué bien sabía poder sentir
entre mis dientes todo aquello que pudiera haber pisado, y no pongas cara de
asco mientras escuchas todo esto, si caminas con cuidado y escoges aquello que
decides aplastar es precioso sentirlo desde otro punto de vista más tarde, tú
todavía vas con tus zapatos de suela y no te importa si pisas excrementos o
animales muertos o animales vivos que acabas de matar, yo no, yo solo piso
aquello que luego asumo meterme en la boca, es tan simple como extrapolar el refrán
de las abuelas que dice "no toques la comida que no te vayas a comer"
y llevárselo al terreno de los pies ¡es precioso! sabiduría popular, mi vida,
sabiduría popular.
Mi amor, he llegado a chuparme la tripa y los pechos, están
cerca así que pude con ambos proyectos de inmediato y conjuntamente. Tengo los
pechos pequeños pero pese a eso pude perfectamente, un día podrás verme si
quieres, no me molesta que me miren, ya te he dicho que traté de enseñárselo al
mundo aunque este no quiso verlo. Y la tripa...es tan dulce...siempre pensamos
que solo es tierna y adorable la tripa de los bebés pero no es cierto, las
tripas siguen siendo preciosas cuando crecemos es solo que ya nos da vergüenza
chuparnos la tripa mutuamente, está bien, pero por qué no hacerlo a uno mismo,
a solas si se quiere, sin vergüenzas posibles.
Lo siento mi vida, esto se me ha ido de las manos...ay dios
mío, me he chupado entera, no digo que me arrepienta pero me he llenado la boca
de pelos, de tierra, de heridas...
Cariño acabo de recordar que aún no he conseguido chuparme
la nuca, sé que es una empresa imposible pero sé que me encantaría, he soñado
muchas veces con ello y creo que esta obsesión terminaría si me chuparas la
nuca, no te lo pido por pedir, sabes tan bien como yo que no llego, por favor,
mi amor, solo una vez, me duele el cuello de intentarlo y sé que si no lo consigo
acabaré por intentar alguna postura insoportable para mi cuerpo y que acabaré
mal, mi vida, mi amor, solo la nuca, una sola vez...por favor.
Está bien, acepto la derrota, acepto nuestra ruptura, acepto
que me prefieres fuera de mí, desficiosa e iracunda. Muy bien, tú lo has
querido. ¿Recuerdas cuando llegabas a casa y te recibía con tiernos saludos?
¿Cuando te despertaba suavemente rozando mis dedos por tus oídos? ¿Apoyando mis
manos ingrávidas sobre tus mejillas? Olvídalo para siempre. Te pienso arañar la
vida, las cortinas, el sofá, la cara si hace falta. Se acabó esa agilidad entre
los jarrones de cristal que hacía que no derribara tampoco tu vajilla de
porcelana. ¿Te pensabas que era tierno tenerme en casa? Vas a recordar el día
que decidiste no chuparme la nuca, lo verás, ESTÚPIDO HUMANO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario