Elegía a José Cervera Baltasar

Te  fuiste con la lluvia
En medio de una plaza con himnos y flores
Con las piernas erguidas
Y un brillo en los dientes que curaba cicatrices
Llevabas años avisando
Y va y te escondes a mitad esquina
¿A quién se le ocurre?
Toda una obra de arte.

Pero y ahora qué hacemos con todo este aire
Este maldito aire y la lluvia
Y su espacio y su luz
Que yo no sé mirar las mareas desde tu bosque
Ni pescar sueños después de comer
Que solo sé ponerme cara a la pared
Sin castigo ni gallato
Sin caña sin estrés
El desayuno a las 10
El zumo naranja
El verano largo
Y el suéter del revés
Atado a la cintura
Viejo, raído
Pero siempre con colonia cara y afeitado
Y los calcetines finos y altos. Muy altos.
La camisa puede ir desabrochada en el campo.
Pero a misa nunca se va descalzo.

Yayico, ojalá unas décadas más.
Pero yo niña y tú joven.
Yo rubia y tú moreno. Muy moreno.
Como cuando no existía el cáncer de piel.
A la próxima seguro que te toca esa.
Vida. Enfermedad.

Qué pesada la suerte.
Pero esta vez te tocó el hombro el cosmos.
Y a mí.
Y a todos.
Porque al final nos vimos.
Yo rubia.
Tú de pie.
Yo flaca.
Tú guapo.

Yayico, Que te repiquea la risa.
Que te has marchado muy guapo y contento.
Y algo se me pegó de verte picar almendras.
Que ya me pongo contenta.
Y vas a ver tú lo morena que me pongo en verano.
Y cuando me digan que ya no quedan culebras ni linces ni lagartos.
Diré que alguno queda
y que mea siempre en el mismo árbol.